El yihadismo, desgraciadamente un tema de plena actualidad.
Cuando iniciamos el proceso de escritura de “los Nuestros”, ya era un tema candente, que nos afectaba, pero desgraciadamente esta amenaza esta cada vez más presente. Antes nos podía tocar si viajábamos algún lugar “conflictivo”, pero hoy día el yihadismo llama a nuestra puerta, esta instalado en nuestros propios países y en parte se alimenta de nuestra propia gente. El atentado en Francia contra la revista satírica Charlie Hebdo nos ha vuelto a traer a primera plana este problema.
En la miniserie de “los Nuestros” encontramos una importante reflexión sobre el tema. Ante un hipotético secuestro yihadista, se plantea como debe comportarse el estado, pagando el rescate sin más, para así no arriesgar la vida de los secuestrados, pero fomentando que haya más secuestros, al contribuir con dinero a las arcas de estas organizaciones terroristas. Esta es la manera de proceder de la gran mayoría de países europeos. O bien negarse a cualquier tipo de colaboración con los terroristas, intentando siempre la vía del rescate por la intervención militar, poniendo en peligro la integridad del secuestrado. Esta postura la defienden países como EEUU e Inglaterra. En nuestro proyecto de ficción, el estado se decide por esta segunda opción.
Lo interesante del proyecto es como se plantea el conflicto de distinta manera según sea la persona afectada: desde el mandatario a los padres de las víctimas, la postura del ejercito, las embajadas, la población local, etc… Alejandro Hernández, guionista que ganó el Goya al mejor guión el año pasado, da voz a estos personajes y nos deja ver las razones que les mueven a unos y otros a actuar.

Rodar en Mali, África.
Gracias a este proyecto he cumplido uno de mis sueños, rodar en Mali. En 2008 estuve a punto de hacer una película allí. Se cayó seis días antes de empezar el rodaje. El proyecto se frustró por el inicio de la famosa crisis económica. Gracias a “los Nuestros” he conseguido sacarme esa espinita. He conseguido rodar allí una parte de Los Nuestros.
El lugar es complicado. Hoy día es aún peligroso alejarse de la capital, Bamako. A pesar de que la guerra entre los yihadistas y el gobierno terminó y se zanjó con la victoria de estos últimos apoyados por el ejercito francés y español, es muy peligroso aventurarse por el resto del país. Secuestros como el que contamos se dan con frecuencia. Los occidentales, como en el resto del norte de áfrica, nos hemos convertido en objetivos potenciales. Hace poco leí que la organización terrorista GSPC (Al Qaeda del Magreb) tiene un censo y seguimiento de todos los occidentales que trabajan en esta zona. A pesar del cierto riesgo que suponía, creíamos que era muy importante mostrar en la serie como son estas ciudades y sus gentes, la realidad de un mundo tan lejano y cercano a veces. Era necesario dar credibilidad a la historia. Hay planos en esta miniserie que no hubiéramos podido jamás rodar en otro sitio que no fuera allí.
Además de la seguridad ante el terrorismo, surgió otro problema inesperado que estuvo a punto de frustrar de nuevo el rodaje en Mali, el ébola. Nosotros fuimos a rodar a principios de julio, a los pocos días de volver se desató la temida epidemia en toda la zona del oeste de África.
Pero no todo es malo allí, el rodaje transcurrió sin problemas, y en todos lados contamos con la colaboración y amabilidad de la gente.
En Bamako estuvimos quedándonos en un pequeño hotel regentado por Teresa Rodríguez, una auténtica heroína española, que resistió durante la guerra sin moverse de allí por amor. Entorno a ese lugar se ha creado un núcleo donde se reúne toda la comunidad española que en la actualidad se reduce a militares destinados en la Base de Koulikoro y miembros de Ong’s. Un extraño clima de país en guerra que hacía que todos nos sintiéramos más cercanos y cómplices y que convertía las cenas, en las que todos nos sentábamos en la misma mesa, en un momento para escuchar y compartir anécdotas africanas.

Colaboración del Ejército
Desde aquí quiero expresar mi más sincero agradecimiento al Ejercito español, sin cuya colaboración jamás hubiéramos podido narrar lo que aquí acontece. Gracias a ellos hemos conseguido que la miniserie tenga los medios y el aspecto de una superproducción: helicópteros, vamtacs, drones, equipamiento sofisticado militar, localizaciones, adiestramiento y asesoramiento. Su ayuda ha sido necesaria e indispensable en todo el rodaje. Gracias a ellos los actores y yo mismo pudimos ver de cerca como trabajaban, fuimos invitados a las maniobras anuales que desarrollan en Zaragoza, los actores recibieron instrucción durante semanas, pasaron noches al raso, vida en barracones, días sin tregua de ejercicios,… todo para entender que esto, el ejercito, es algo tan vocacional como nuestro trabajo. Algo que si no se siente desde muy adentro, es muy difícil de soportar por su dureza.
Tengo que reconocer, que siempre me he considerado antibelicista, de hecho no hice ni tan siquiera el servicio militar. Por ello en principio me acerqué a los militares cargado de prejuicios. Creo que a ellos les pasaba un tanto de lo mismo. Nos veían a directores y actores como personajes de la farándula que apenas si curraban y que vivían del cuento entre alfombras rojas, fiestas y estrenos. Al principio se palpaba la tensión, pero cuando empezamos a trabajar juntos, unos y otros comenzamos a derribar tabúes. Descubrí que no solo los altos mandos son personas preparadas, inteligentes y cultas, que su trabajo tienen una parte altruista de entrega a los demás, entendí en definitiva el sentido de los ejércitos en las sociedades modernas. Ellos a su vez, descubrieron que lo difícil y sacrificado que es un rodaje, las extenuantes jornadas, los madrugones, el frio, el calor, lo mucho que cuesta un rodar un plano que saldrá apenas unos segundos. Ahí esta una de las magias de mi profesión, conseguir aprender de otros mundos que muchas veces te son lejanos.

Fuerteventura, un plató
El grueso del rodaje ha transcurrido en las Islas Canarias, concretamente en Fuerteventura. La elegimos porque sus paisajes desérticos eran los más parecidos a Mali, país donde se desarrollaba la acción, no en vano se trata de la isla más cercana al continente africano. Fuerteventura esta en la misma latitud que el Sáhara y comparte sus paisajes, edificaciones, e incluso el mismo ganado caprino, algo que era importante para nuestra historia.
Además posee una gran variedad de paisajes: hamadas (desierto de piedras), valles tropicales con palmerales, desierto de ergs (grandes dunas de arenas), montañas y cañones. Una variedad que ha hecho que hayamos compartido localizaciones con la última película de Ridley Scott, “Exodus”. Esta riqueza visual tiene una contrapartida, la dureza de su climatología. Cómo todo desierto su clima es de grandes contrastes, a primera hora pasábamos frio, y había que ir con forros polares, pese a estar rodando en junio, ropas de abrigo que a mediodía no podías aguantar y que tenían que ser sustituidos por cremas protectoras solares y camisetas de tirantes, para de nuevo al atardecer, en cuanto se pusiera el sol, volver a forrarte con jerseys y cazadoras. Todo esto con un constante viento que arrastraba nubes y que hacía desquiciar a nuestro pobre director de fotografía. Un plano lo rodábamos con el cielo encapotado y cuando íbamos a hacer el contraplano, diez minutos después, el cielo estaba despejado. En cualquier caso, como yo siempre digo, la dureza del rodaje y el sufrimiento se olvida cuando, pasado el tiempo, uno ve los resultados y el esfuerzo ha merecido la pena.